La Proyección Social como función esencial de las Universidades de El Salvador ha sufrido un estancamiento en su génesis, quedando relegada a un simple “ahí esta” y “lo dice la ley de educación superior”.
Hablar de Proyección Social es algo complicado en El Salvador, la base legal de esta función solo tiene como guía la Ley de Educación Superior, dicho sea de paso necesita una reforma completa, no existe otra fuente precisa que hable sobre esta función.
El tema de la función social de la Universidad en América Latina, fue enunciado por primera vez bajo el término de “Extensión Universitaria”, en el Primer Congreso Internacional de Estudiantes Americanos en Montevideo (1908), donde quedaron las bases de lo que posteriormente fuera la Reforma de Córdova (1918), una importante propuesta elaborada por estudiantes, con la cual se fortaleció el postulado de la función social de la Universidad Latinoamericana, y se generaron una gama de actividades que definieron el perfil de la Universidad Latinoamericana.
A lo largo de la historia universitaria salvadoreña, hay que acotar hechos relevantes como que en 1965 con la Ley de Universidades Privadas se funda la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas; entre 1973 y 1979 se fundan tres universidades más (Universidad Albert Einstein, Universidad Dr. José Matías Delgado y Universidad Politécnica de El Salvador) y el auge de los ochenta en donde se fundaron más de cuarenta instituciones.
En febrero de 1986, según consta en documentos que se encuentran en la Universidad de El Salvador, que la comisión interventora de extensión universitaria presentó al Consejo Superior Universitario de la misma Universidad, un documento titulado “Concepción de la Proyección Social Universitaria”, el cual sentó las bases para que en 1989, se diera un paso cualitativo en el desarrollo académico de las Universidades, aprobando la Proyección Social como una función curricular para las Universidades de El Salvador.
A partir de esa fecha (1989), el Ministerio de Educación convocó a expertos en conceptos filosóficos y educativos sobre la relación de la Proyección Social y el rol de las Instituciones de Educación Superior, para que se elaborara un documento el cual sirviera de referencia para sustentar el quehacer de Proyección Social en las universidades de El Salvador, es así como a partir de la nueva Ley de Educación Superior de 1995, aparece la Proyección Social como función de las Instituciones de Educación Superior.
Basado en otros documentos, la Proyección Social puede encontrar muchos significados, uno de ellos que puede considerarse de los más importantes es un artículo publicado en la revista ECA de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) escrito por el Padre Ignacio Ellacuría en 1980: “Universidad y Política”, donde textualmente apunta la definición de Proyección Social: “Por Proyección Social se entiende aquí aquella función que pone a la universidad como totalidad, aunque a través de sus partes, en relación directa con las fuerzas y los procesos sociales.”
Desde aquí se puede correlacionar las partes que conforman esta función y hacia dónde se dirige, con quien interactúa y su fin último. En el caso salvadoreño, mucho se hace en materia de relación con las fuerzas y procesos sociales, pero sin buscar una transformación clara de esos procesos. Para el caso de las Universidades, el autor del texto citado, explica que algunos confunden el término con otros que forman parte de la realidad de estas instituciones: “En este sentido no se confunde ni con la extensión universitaria, que busca regalar migajas de cultura a grupos que no pueden acceder a la universidad, ni tampoco se confunde con el servicio social, esto es, con el trabajo que profesores y alumnos pueden hacer supletoriamente a favor de determinados grupos sociales”.
En concordancia con lo anterior, las Universidades deben tener claridad conceptual e identidad institucional para aplicar el verdadero significado de la Proyección Social. Las actividades llevadas a cabo internamente y externamente en estas casas de estudio, deben configurarse con una intencionalidad bien definida, estar orientadas en una dirección y un propósito, abrazar un objetivo de transformación social y contar con los insumos necesarios para lograrlo.
Mucho se piensa en la Proyección Social como una dádiva hacia algunos sectores menos favorecidos, así se presentan proyectos como: mejoramiento de la casa comunal de la colonia, la pintura de las paredes del Centro Escolar, almuerzo gratuito a los ancianos del parque, etc., proyectos que se implementan para “justificar el presupuesto” y no encaminados a un verdadero cambio social de las personas partícipes de las actividades. También existe la figura del asistencialismo en darles el pez y no enseñarles a pescar, en donde las comunidades que reciben esta colaboración se acostumbran solo a recibir, pero no a participar del cambio propuesto.
El concepto de Proyección Social es manejado antojadizamente por las Universidades, buscando solo lo que a ellas les parece, pero no por error, sino por la falta de orientación de las autoridades correspondientes, aquellas que dirigen las políticas educativas en materia de educación superior, aquellas que no visualizan todavía el verdadero carácter de esta función relativamente nueva de las universidades.
Entonces en palabras de Ignacio Ellacuría, las universidades deben dar el máximo rango de importancia a la proyección social ya que esta “…busca prioritariamente la radical transformación del desorden establecido y de la injusticia estructural”. Todo ello no puede apreciarse en las actuales acciones de la proyección social de las universidades salvadoreñas, el apoyo social que se brinda a ciertos sectores de la población, está bien, pero no son proyección social, desde su raíz más profunda, la universidad debe promover el cambio de la injusticia estructural vivida por los salvadoreños.
Otro elemento que debe llevar a la reflexión, es el saber transformativo que tienen las universidades, aquella cultura de poder incidir en la realidad de la sociedad, de ofrecer un verdadero cambio social estructural, de hacerse oír y proponer alternativas de solución ante el desorden establecido, esto lo hace preparando profesionales capaces de brindar soluciones a los problemas del entorno.
La universidad es portadora de cambios estructurales en la sociedad, esto es haciendo conciencia a las mayorías de los problemas presentes; la universidad puede contribuir con la elaboración de diagnósticos que reflejen la realidad histórica del país; otra de sus contribuciones es la producción de un saber crítico, no cualquier saber, sino un saber que pueda explicar objetivamente la realidad circundante y aportar con criticidad a la solución de esos problemas.
Todo lo anterior podría interpretarse como formulaciones ideologizadas de un determinando pensamiento filosófico, pero la verdad es otra, es la “verdad de la realidad”, es reflexionar, hacerse sentir, buscar y lograr un cambio social en esas estructuras, en esas personas, individuos y agentes que lo necesitan.
Insistiendo sobre el papel de la universidad con su proyección social, esta debe hacer propuestas que coadyuven al cambio social, que proponga, que este en constante comunicación con las fuerzas decisorias y transformadoras de la realidad social del país, para que a través de su trinchera sea factor esencial de cambio, pero debe actuar, no ser una simple institución “observadora” que se limite a seguir con lo mismo, recordando que no debe confundir su actuación sobre los elementos sociales, no dádivas, no asistencialismo, sino “cambio”.
Por lo tanto hay que preguntarse entonces, ¿la proyección social es un cambio social inconcluso? Las instituciones de educación superior a las cuales les ha sido confinada esta tarea, deben contestar esta pregunta y si la respuesta es negativa, buscar los mecanismos, las maneras, las formas de que se logre un cambio social en beneficio de las mayorías sociales por medio de la proyección social.
* El autor es maestro en Política Educativa de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y Sub Director de Proyección Social de la Universidad Pedagógica de El Salvador. Experto en Entornos Virtuales de Aprendizaje.
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